Viento del pueblo

Hoy no voy a hablar de videojuegos y es que en este blog solía recomendar de vez en cuando algún libro, aunque ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo hice. Aprovecharé la ocasión para tratar acerca del escritor Miguel Hernández, ya que me prometí hacerlo, y entre su obra voy a escoger el poemario que lleva por nombre Viento del pueblo.

Antes de nada os diré que no acostumbro a tener ídolos ni héroes. Podría contar con los dedos de una mano las personas que admiro de una forma especial, a las que considero verdaderamente extraordinarias. Miguel Hernández es una de esas personas y quiero recordarle justamente hoy porque el 28 de marzo de hace 71 años murió en una cárcel de Alicante.

Admiro a Miguel Hernández por su asombroso talento y por su gran humanidad, por haber luchado con valentía en defensa de la libertad y contra la injusticia de este país, por su verdadero patriotismo, que demostraba con su apego a la gente humilde y a la tierra en la que creció.

Miguel nació en Orihuela en 1910, en el seno de una familia campesina, y estudió en una escuela jesuita hasta los catorce años. La necesidad hizo que su padre le apartara de los estudios para dedicarse al pastoreo, pero su espíritu autodidacta y su amor por las letras le empujaron a formarse leyendo a Cervantes, Calderón, Góngora, Antonio Machado o Juan Ramón Jiménez.

La juventud de Miguel estuvo invadida por un profundo sentimiento religioso, fruto de su educación y de sus amistades oriolanas, que se refleja en sus primeras obras. Sin embargo, en el periplo de su carrera literaria conoció en Madrid a otros poetas, como Pablo Neruda, Rafael Alberti o Vicente Aleixandre, que acabaron despertando plenamente su conciencia social en esta España infame donde la iglesia y los adinerados gozaban de privilegios, mientras la clase obrera era reprimida y humillada.

Al estallar la guerra civil en 1936, Miguel se alistó en el bando republicano con la misión de luchar no sólo con su fusil, sino con su mejor arma: Las letras. Escribe entonces una serie de poemas, recogidos y publicados en Valencia con el nombre de Viento del pueblo, donde arenga valientemente a luchar contra el yugo de la opresión fascista, honrando a la vez las virtudes de la gente humilde y trabajadora.

Acabada la guerra, Miguel fue delatado, apresado y condenado a morir, aunque gracias a la intercesión de algunos amigos relevantes de su juventud le fue conmutada la pena por una condena de treinta años. En la cárcel siguió escribiendo pero enfermó de gravedad y finalmente falleció el día 28 de marzo de 1942, a la edad de 31 años. Dejaron morir vilmente a Miguel, pero no pudieron silenciar su alma. Su figura y su poesía son eternas.

Os invito a leer Viento del pueblo y a conocer la figura de Miguel Hernández y también el resto de su obra. La poesía de Miguel no tiene la música y el color andaluz de Federico García Lorca o Rafael Alberti, pero posee la fuerza del árbol, el olor de la tierra y toda la autenticidad que solamente un pastor poeta como Miguel le podría dar.