La excepción a la regla

En esto de los videojuegos está claro que hay aficiones para todo. Cada uno tiene sus preferencias, del mismo modo que también hay cosas que gustan menos. Supongo que hay muchos factores que pueden influir en que una persona prefiera un género u otro y una de las claves podría ser la edad. Cuando una persona es joven, siente una natural predilección por títulos de acción, mientras que con el tiempo se va interesando también por otros géneros más pausados. Dicho esto, también hay que precisar que aunque esto sucede por regla general, no tiene por qué ser así necesariamente.

Otra de las razones que puede ser influyente en el tipo de género que preferimos, vendría dada por aquellos títulos que nos han marcado en los primeros años de jugadores o con nuestras plataformas de ocio favoritas. De la misma forma que las aventuras gráficas se quedaron grabadas en la memoria de los que poseíamos un ordenador a finales de los años '80 y principios de los '90, la mayoría de usuarios de Super Nintendo, por ejemplo, suelen tener una predilección por los juegos de plataformas, los Zeldas y los JRPGs.

En el presente artículo, a pesar de esta pequeña introducción, no pretendo analizar a fondo los porqués de los gustos de la gente, así que lo dejaré de momento en estas escuetas explicaciones que quizá puedan dar más de sí en otro momento. Lo que pretendo exponer es que a pesar de tener bastante claros mis gustos, hay ciertas excepciones que se apartan de la regla general de mis apetencias.

Nunca hubiera pensado que un Mario me gustaría tanto... ¡Y menos siendo en 3D!

El primer ejemplo que puedo poner está en los ya nombrados JRPGs. Aunque cuando era un chaval me sentí atraído por este género, como supongo que una mayoría de jóvenes que encuentran curiosas las particularidades de la cultura japonesa, pronto me desencanté de los clichés y tópicos de este tipo de juegos de rol. Me harté de los muñecos cabezones, las historias de princesas, profecías y elegidos, los guiones infantiles y los personajes clónicos. A pesar de todo, como decía, existen algunas excepciones a la regla. Las más notables son Shining Force II de Mega Drive y Wild Arms de PlayStation. He disfrutado los dos muchísimo y les he dedicado una gran cantidad de horas. A día de hoy, me siguen pareciendo maravillosos, a pesar de que cuentan con la mayoría de los tópicos del género que todos conocemos. ¿Cuál es la respuesta? Que se han hecho con talento. El que los haya podido jugar recordará no solamente la diversión que logran, sino también sus maravillosas bandas sonoras, sus divertidos personajes y su gran planificación.

Cambiemos de ejemplos buscando en mi género favorito, que es el de las plataformas, como muchas veces he nombrado aquí y en otras páginas. Por regla general, el paso a la tercera dimensión trajo para mi gusto una simplificación en el desarrollo de los títulos de este tipo. Los escenarios se tornaron más sencillos y las mecánicas se hicieron más aburridas, obligadas por la precariedad técnica de los primeros títulos o bien para no incrementar la dificultad que suponía moverse en un entorno tridimensional. Siempre he pensado que el modo de representación ideal para un juego de plataformas eran las dos dimensiones, pero Nintendo me demostró que esto no tenía por qué ser así, inventando una maravilla llamada Mario 64. Unos meses más tarde, Rare lo corroboró con Banjo-Kazooie. Si bien es cierto que la mayoría de juegos de plataformas que me gustan son bidimensionales, estos dos que nombro son las excepciones a la regla. La clave estuvo en ofrecer las mejores ideas, algunas conocidas y otras innovadoras, explotando al máximo las herramientas técnicas que tenían.

Sigo intentando superar mi récord de 20-0 a Tampa Bay.

Aunque no tengo manías y me gustan los juegos de todo tipo, hay algunos que me atraen menos por unas razones u otras. En el caso de los deportivos, por ejemplo, no soy precisamente la persona que acostumbra a comprarse los FIFAs de turno, ni tampoco los de baloncesto o golf que tanto éxito suelen tener. Me gustan, es verdad, pero hace años que los aburrí porque se repetían demasiado y apelaban en exceso a los nombres de deportistas conocidos y a imágenes realistas para causar sensación. En cambio, si tuviera que hacer una lista de quince juegos de mi amada Mega Drive, incluiría NHL Hockey '94, PGA Tour Golf II y John Madden Football '93. ¿Entonces en qué quedamos? Bueno, pues a pesar de la cantidad de títulos deportivos de los que no suelo hacer mucho caso, con estos tres hago la excepción.

Tengo algunos ejemplos más que podría nombrar, pero con estos que he explicado creo que queda bastante claro el asunto que quería tratar y que resumo: Tengo mis géneros o tipos de juego favoritos, así como algunos que no me atraen tanto, pero siempre hay alguna excepción. ¿Cuál es la conclusión que extraigo de esto? Supongo que al final lo que cuenta es el talento con el que están hechos los videojuegos. Si un título es bueno, poco me importa encasillarlo en un género, pues lo voy a disfrutar igualmente, sin ningún tipo de manías.

A todo esto... ¿Cuáles son vuestras excepciones a la regla?