Camelot Warriors

Hace unos días, en la página de Pixels Mil, el amigo Toni razonaba sobre el significado de los términos "hardcore" y "casual player" que tan de moda están, con el objetivo de intentar definirse como jugador y saber a cuál de estos grupos pertenece. Entre los comentarios, una de las cuestiones que se trató fue la dificultad de algunos juegos antiguos y entre algunos ejemplos conocidos, salió el nombre de Camelot Warriors. 

Precisamente por ser un juego que me trae buenos recuerdos y le dediqué tantas horas que llegué a acabarlo, a pesar de su gran dificultad, se me había ocurrido echar una partida de nuevo y comprobar si me sigue divirtiendo.

Para empezar, lo mejor será situarlo en el tiempo. Durante la década de los '80, España llegó a ser el segundo productor europeo de videojuegos, solamente por detrás del Reino Unido. Una de las empresas españolas más importantes de aquella época era Dinamic, que en el año 1986 publicó Camelot Warriors para los ordenadores Spectrum, Amstrad CPC, MSX y Commodore 64, convirtiéndose en un éxito y con el tiempo, pasando a ser considerado un clásico, entre los jugadores que lo disfrutaron en alguno de estos sistemas. Desconozco las diferencias entre las distintas versiones al detalle, ya que solamente lo he jugado en MSX, así que voy a hablar de mis impresiones en este ordenador. 

Así empieza el juego y cuando baja ese buho, si no le atizamos nos matará.

Por si alguien no conoce Camelot Warriors, se trata de un título de plataformas por pantallas en el que manejamos a un caballero medieval, ataviado con una espada. Nuestro objetivo es conseguir los cuatro objetos de otra época repartidos a lo largo de la aventura. Para ello, tendremos que evitar tocar a los seres que pueblan este mundo, pues un leve contacto significa la muerte inmediata, restándonos así una de las nueve vidas con las que empezamos el juego, para volver a aparecer desde el punto en el que hemos entrado en la pantalla. La forma de hacerlo será saltando por encima de ellos o bien matándolos con la espada.  El problema con el arma radica en que solamente alcanza la media altura; teniendo en cuenta que nuestro personaje no puede agacharse ni atacar en el aire, nos veremos obligados a esquivar los enemigos que estén fuera de su radio de acción.

Una vez conseguido "el fuego que no quema", tenemos que dirigirnos hacia el brujo.

Como decía, nuestro personaje no tiene apenas movilidad y solamente puede caminar hacia la izquierda o derecha. Si pulsamos la dirección hacia arriba, el caballero dará un salto en diagonal con una intensidad y dirección uniforme que no podemos variar. Así pues, aquí no se puede modificar la trayectoria del personaje ni la potencia del impulso. Como en muchos otros juegos de plataformas anteriores, nuestra habilidad no depende de los reflejos, sino del cálculo mental correcto de la trayectoria del caballero para evitar ser tocados por los enemigos.

Aunque se trata de una mecánica arcaica, no deja de tener su atractivo incluso en la actualidad, al menos para mi gusto, pero encuentro un problema en la pobre ejecución técnica de los movimientos. Por de pronto, son tan lentos que resultan tediosos y difíciles de calcular. La forma de caminar del caballero y el salto encorsetado, limitan mucho el dinamismo del juego. La parsimonia y la poca naturalidad con que se mueve, sobre todo en el aire, es el verdadero motivo de la dificultad famosa de Camelot Warriors. Así pues, en este caso, el juego no supone un reto por su diseño inteligente, sino por lo complicado que resulta acertar con el momento y el lugar adecuados para realizar los saltos.

Solamente podremos acceder al fondo marino convertidos en rana.

Por si esto fuera poco, hay algunos detalles más que no me gustan. Por ejemplo, hereda de otros juegos del género el problema de entrar en un bucle de muertes inevitables; al acceder a una pantalla saltando o cayendo desde la anterior, en caso de morirnos, volvemos a aparecer de la misma forma que entramos, de manera que si hemos entrado con un salto que nos lleva a tocar un objeto mortal, perderemos todas las vidas siguientes del mismo modo.

Veo otro gran fallo, en este caso con el diseño de los escenarios. Para poder salir de cada mundo, tenemos que coger el objeto pertinente. El problema es que no podemos volver atrás en algunas pantallas, de manera que si escogemos el camino que nos lleva a la salida sin haber recorrido antes el que va hasta el objeto, nos quedaremos bloqueados sin poder avanzar ni volver.

"El elixir de la vida" está casi a nuestro alcance.

¿Por qué un título así se ha convertido en un clásico de los videojuegos? Encuentro varias explicaciones. Una de ellas es que a pesar de todo, es un juego bastante divertido. Hay que tener en cuenta que fuera de España seguramente no estuviera tan bien considerado, pero aquí nos llegaban muchos juegos de otras empresas del país que eran bastante más simples. Por aquel entonces, con esos gráficos tan vistosos, sobre todo con esos mapas de bits tan grandes, es normal que Camelot Warriors nos llamara especialmente la atención.

Nunca he sabido si era un cocodrilo o una rata.

He estado jugándolo durante unas horas y me ha entretenido, pero lo encuentro muy limitado, pues no se basa en el aprendizaje de su mecánica o en la habilidad del jugador con los mandos, sino en la memorización de cada uno de los saltos. Por cierto, una vez aprendidas todas las pantallas, calculo que se puede acabar en unos veinte minutos, aproximadamente. Quizá nos pareciera un buen juego hace 25 años y no niego que lo sea, pero con la perspectiva del tiempo, si lo comparamos con otros títulos de aquella época, no me parece que esté a la altura de los mejores, o al menos no ha envejecido tan bien.

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