domingo, 9 de octubre de 2011

Añorados años '80


Todos guardamos en nuestra memoria los recuerdos de acontecimientos concretos que han supuesto una alegría en nuestra vida, como el nacimiento de un hijo, aquel regalo que nos hicieron cuando éramos niños o una fiesta memorable con los colegas. Son anécdotas que periódicamente volvemos a rememorar y nos hacen esbozar una sonrisa. Por otro lado, muchas personas tenemos una época de nuestra vida que consideramos especial, que por varias razones recordamos con añoranza.

Habitualmente esta época comprende nuestra niñez o adolescencia, por razones obvias: Son vivencias de descubrimientos, de candidez, de vivir la vida ajenos a las preocupaciones y obligaciones de los adultos. En mi caso, si tuviera que elegir un fragmento de mi vida, escogería sin dudarlo los años '80.

Son muchas las razones que hacen especial esa década para mí. Lógicamente en diez años pasan muchas cosas, pero siempre me ha dado la sensación de que en ese periodo concentro más recuerdos que en otros. Meditando sobre esto, llego a la conclusión de que quizá el motivo está en que durante esos años se empezaron a forjar mis gustos y aficiones, que actualmente sigo conservando en la medida de lo posible.

El inicio de los ’80 es para mí una época de Scalextric, bocadillos de Nocilla y partidos de fútbol en el pasillo de casa. Las salas recreativas sustituían algunos pinballs y futbolines por las máquinas de Space Invaders, Asteroids, Phoenix, Frogger y Pac-Man, aunque yo era muy pequeño aún para frecuentarlas todo lo que hubiera querido. Al menos teníamos en casa un par de maquinitas de ese famoso comecocos y una videoconsola de primera generación, la Palson CX-336, de las muchas clónicas de Atari que salieron, con juegos del tipo Pong. Jugar con mi hermano a aquellos juegos con palitos que decían ser de fútbol, tenis o hockey era divertido, pero eran tan sencillos que no daban más que para algún ratito de vez en cuando.

Ghost'n Goblins es uno de los iconos ochenteros para los aficionados a los videojuegos.

En esa época tuve la fortuna de vivir el nacimiento de las computadoras domésticas. Cerca de mi casa, en una tienda de máquinas mecanográficas, aparecía un buen día en el escaparate un aparato negro con botones de goma junto a las calculadoras científicas. Fue la primera vez que vi el Sinclair ZX Spectrum. Con aquel cacharro ya se podía disfrutar en casa de juegos con unos gráficos que eran más que simples palitos.

Poco tiempo después, mientras alucinábamos con los éxitos de los Scorpions, empezaban a verse otro tipo de ordenadores en las tiendas: Commodore, Amstrad y algo más tarde los MSX, habitualmente el Hit-Bit de Sony. Un buen día, allá por el año 1984 más o menos, llegó mi padre con una gran caja de cartón y otros cachivaches en brazos. Se trataba nada más y nada menos que de un MSX Toshiba HX-10, una grabadora, un joystick, un par de juegos en cinta de casete (Pyramid Warp y Gusano) y dos cartuchos ROM (Music Editor y Eddy II).

Logré acabar Camelot Warriors y tiene un final sorprendente.

Empezamos entonces a comprar aquellas maravillosas revistas de ordenadores, en las que siempre salía algún programita que teclear en lenguaje Basic y algo más tarde incluirían una cinta con algún juego sencillo (¿alguien conoce Maziacs o Tragamanzanas?). Poco a poco empecé a engordar mi colección con otros títulos más comerciales, y guardo un buen recuerdo de muchos, como Magical Kid Wiz, Who Dares Wins II o The Way of the Tiger, así como de los  juegos de plataformas, que eran entonces uno de los géneros más explotados y con Jet Set Willy disfruté como nunca de los saltos imposibles.

Aunque sigo sin saber cómo debajo de aquellas tías tan buenorras de la serie V pudiera haber un lagarto o por qué demonios la serie del coche fantástico me parecía buena, sí que recuerdo el ir descubriendo (gracias al intercambio con los amiguetes) unos juegos más elaborados, como aquellos títulos en perspectiva isométrica: El Knight Lore, Gunfright o el increíble Batman de Ocean, así como The Great Escape, que tenía un amigo mío en su Amstrad CPC. Mientras tanto, en las máquinas de arcade triunfaba Ghost’n Goblins, Terra Cresta o Bomb Jack.

Uno de mis preferidos en MSX es el Batman de Ocean.

Muchos juegos para los microordenadores eran versiones basadas en recreativas, que en algunos casos eran bastante fieles, salvando las distancias de potencia del hardware, aunque con otros nos llevábamos una gran desilusión al comprobar que no tenían nada que ver con el original.

Si hay algo en lo que seguramente coincidimos todos los que hemos sido usuarios de MSX, es en que la mejor compañía por calidad y cantidad era Konami. Las conversiones de recreativa eran muy buenas y más tratándose de algunos juegos míticos como Yie Ar Kung Fu, Gradius o Time Pilot. No solamente eso, sino que también tenía un catálogo de juegos exclusivos de MSX que han pasado a la historia como algunos de los más representativos de este sistema. Si me tuviera que quedar con una saga de esta compañía, sería la de Knightmare. Me encanta el primer juego, ese shoot’em up vertical en el que encarnas a un guerrero griego en busca de su amada, pero mi favorito es The Maze Of Galious, en el que has de rescatar al hijo de ambos, en un juego de plataformas y exploración como nunca se había visto en esa época. Por desgracia nunca pude disfrutar de la tercera parte, que salió solamente en Japón para MSX 2.

No me cansaba de jugar a Knightmare, a pesar de su dificultad.

De la cantidad de juegos que tuve, había muchos que eran de compañías españolas. Recuerdo algunos que me gustaban, como Fernando Martín, Camelot Warriors o Las Tres luces de Glaurung. Aunque solían tener gráficos muy vistosos, con sprites muy grandes, muchos no me resultaban demasiado divertidos.

Los últimos años de esa década son para mí el fin de una época de inocencia, y los recuerdos de las risas de mis amigos compartiendo una tarde de juegos, se mezclan con el ruido de nuestros ciclomotores al ritmo de heavy metal.

8 comentarios:

  1. los ochenta fueron una gran época para ser niño, había un perfecto equilibrio entre las partidas a la Nes y el estar en la calle jugando a las chapas... ains que tiempo.

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  2. magnifica entrada, la verdad es que la década de los 80 es la mejor que he vivido sin ninguna duda quizás pq todavía era un niño descubriendo el mundo y para mi todo era una sorpresa, por supuesto soy un enamorado de los videojuegos de los 80, como también de lo soy de los juguetes, anuncios, alimentos, aún me asombra la ropa el calzado y que decir de las películas, en fin lo dicho magnifica entrada.

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  3. Vaya, somos de la misma quinta. Que tiempos en los que el software español estaba en la cresta de la ola. Todo son buenos recuerdos no solo en los videojuegos ya... Recuerdo el Commodore 64 de mi padre con especial cariño. Tuve la suerte de teenr amigos con Spectrum y Amstrad, por lo que también los pude disfrutar. Una buena época y un montón de buenos recuerdos

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  4. Me alegro de que os haya gustado el artículo. En esa época los medios y la tecnología para hacer un juego estaban en pañales. Los mejores juegos estaban hechos de imaginación, dedicación e ilusión; siempre estarán en nuestro recuerdo como símbolo de esos tiempos.

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  5. si este articulo lo hubiese escrito yo creo que sería prácticamente identico. si tengo que añadir algo es un poco después el descubrimiento de la Megadrive y las aventuras gráficas en PC.

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  6. @Pascual: Ya sabía yo que este artículo te traería buenos recuerdos. No he nombrado la Megadrive y las aventuras en PC porque ahí ya estábamos en los años 90. Si te acuerdas, compramos la Megadrive con el Sonic, que es del año 1991. Maniac Mansion es del año 1987, pero no sé si nosotros la descubrimos antes del año 1990 y otras aventuras que nos gustaban son posteriores.

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  7. Que partidas nos pegábamos al Track & Field hasta que destrozamos los cursores del MSX...Qué gran década y cuantos buenos recuerdos.Bendita inocencia. Muy buen artículo, me has hecho añorar muchas cosas...gracias

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  8. @Carlos: :D Me alegro mucho de que te haya gustado el artículo. Lo del Track & Field no lo he puesto, pero no te creas que no lo pensé. Igual que cuando jugábamos al Stop The Express, por ejemplo. Si te pones a pensar, poco a poco te vas acordando de cosas muy buenas. :)

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